3° Libro - Capítulo 12 (Parte 1)

Publicado por: engel.must lunes, 1 de enero de 2018

Kasadya Hellhound Born

Hola!! Les traigo el Duodécimo capítulo del 3° Libro de Kasadya Hellhound, de Karen Swart.

Espero que lo disfruten.

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Capítulo 12 (Parte 1)

Sentí la suavidad de una cama bajo mi cuerpo, e inhalé la familiar esencia de duraznos.

― Kasadya ― susurró una voz y pude sentir una mano acariciar el lado de mi rostro.

No quería abrir los ojos, podía decir que iba a doler. Gruñí realmente alto, estaba empezando a desagradarme despertarme de estos episodios.

―Vamos. Necesito verte y asegurarme que todo está bien ― continuó Chax.

Gruñí aún más alto.

―No, va a doler ― Rodé los ojos detrás de los párpados, esperando que eso ayudaría. Ya sea que me gustara o no, tarde o temprano, tendría que abrir los ojos. Ser rió de mí y eso me forzó a abrir los ojos.

¿Puede ser?

¿Chax De Luca puede reír?

¡Imposible!

¡Y maldita sea! ¡Mis ojos pican!

―Te estás volviendo más fuerte con la recuperación, lo cual es una buena señal ― dijo Chax con diversión en su voz.

Parpadeé para alejar el ardor como ácido en mis ojos, lo encontré sentado en la cama a mi lado.

―Es agradable ver que encuentras esto divertido ― refunfuñé.

Mi garganta estaba seca y se sentía como si estuviera llena de arena.

―Aquí hay un poco de jugo. Y no lo encuentro divertido, excepto por la parte donde una guerrera teme abrir los ojos ― Siguió otra risa.

Entrecerré mis ojos así apenas podía ver a través de ellos, acepté la jarra de jugo frío. Lo inspeccioné, esta vez no había heridas e incluso lucía ligeramente descansado. Mi mirada se detuvo en la silla más cercana a la cama, donde evidentemente había pasado su tiempo.

― ¿Dormiste en esa silla todo este tiempo? ― La idea era tanto halagadora como perturbadora a la vez.

Se giró para mirar la silla y luego de regreso a mí.

―Ayudaba con tu recuperación ― declaró como si no fuera nada nuevo.

― ¿Cómo? ― pregunté, después de beber algo del jugo.

Suspiró mientras se pasaba los dedos a través del cabello. Lucía nervioso.

―Es… Es el vínculo. Ayuda a acelerar el proceso de recuperación cuando estamos cerca el uno del otro ― Mis ojos se abrieron de par en par con su respuesta.

Guau, esta cosa del vínculo es bastante seria.

Se levantó del lado de la cama, se acercó a la silla y se sentó. Soltó una exhalación, y por primera vez lucía… viejo.

Me sentí culpable al verlo así. Sabía que yo podía ser un poco problemática, pero sumando todas las cosas que estaba haciendo ahora, y de seguro era diez veces peor.

―Lamento todo esto ― Mi estómago estaba retumbando con hambre, pero quería hacer esto primero.

Al mirarlo, podía ver lo afortunada que en realidad era. También podía ver lo mucho que él estaba haciendo por mí.

Y no podía olvidar todo lo que ya había hecho por mí.

Frunció el ceño.

―¿Sobre qué? No todo esto fue completamente tu culpa Kasadya. Es parte de nuestras vidas, así que tenemos que enfrentarlo ― Eso podía ser cierto, al menos la parte de la divinidad, pero el resto era todo obra mía.

―Gracias por todo Chax. Por salvar mi vida, y no solo una vez, sino varias veces. Pero, sobre todo, por permanecer a mi lado ― Dentro de mi corazón, podía sentir el peso de mis palabras.

Él era un dolor en el trasero, no me malinterpreten, pero cuando cerraba mis ojos había muchas veces en que mi vida habría terminado, si no fuera por él. Incluso ahora, él estaba a mi lado sin importar qué. Aceptando toda la mierda que venía conmigo. Un infierno de descripción de trabajo era el suyo.

Se quedó en silencio, lo que hizo el momento aún más pesado.

―Es un placer Kasadya ― susurró.

Un silencio incómodo descendió en la habitación con sus palabras. Me bebí de un trago mi jugo y mantuve mis ojos en mi regazo, con temor de levantar la vista y encontrarme con esos ojos verdes.

―Hoy no habrá batalla. Es una orden de los arcángeles. Todo el mundo obtuvo el día libre. Los otros ya se han ido. ¿Hay algo que te gustaría hacer?

Bueno, esa es una excelente pregunta. No tenía ni idea de qué hacer con un día libre. No había tenido un día libre desde… la playa.

―Para ser honesta, no lo sé. En realidad no tengo días libres ― Me contempló por un rato y luego asintió, levantándose.

―Aséate y ponte ropa cómoda, te veré en la cocina ― dijo y salió de la habitación, cerrando la puerta.

Me aseé y me alisté. Estaba nerviosa.

Quiero decir, un día completo a solas con Chax, eso no es bueno.

Iba o a arruinarlo o a salir herida.

Temiendo el resto del día, me dirigí a la cocina y lo encontré en la encimera.

―Bien. Veo que seleccionaste las prendas correctas. Siéntate. Primero comeremos y luego podemos irnos ― dijo Chax cuando me vio.

Mi estómago cayó, y de pronto ya no me sentí tan hambrienta. Aun así, me acerqué a la encimera y me senté. Se acercó y puso un plato ante mí. Mi estómago empezó a gruñir mientras mi boca se empezaba a hacer agua.

― ¿Esto es lasaña? ― Tomé un bocado con el tenedor y lo metí en mi boca.

―Sí, la empecé hace como dos horas. La acabo de calentar un poco ― confesó mientras se sentaba frente a mí con su propio plato.

Yo estaba gimiendo de placer, disfrutando cada bocado. No podía recordar la última vez que había comido lasaña. Mi papá la odiaba, así que creo que fue en la primaria. Levanté la mirada hacia él con una sonrisa.

―Preparaste una lasaña increíble, Chax. ― Manchas rojas aparecieron en sus mejillas y casi me ahogo con la comida.

Estallando a carcajadas, me recosté y lo observé.

―Gracias ―balbuceó.

No puedo creerlo. Primero se ríe y ahora se está sonrojando.

Había mucho más que quería aprender sobre él, tal vez un día con él no era tan mala idea después de todo.

Terminamos rápidamente nuestra comida. Y una vez que pusimos los platos en el fregadero, agarró una mochila de la encimera y la arrojó sobre su espalda.

― ¿Lista? ― preguntó ofreciéndome su mano.

Con una valentía que no sabía que poseía, puse mi mano en la suya y nos teletransportamos.

Aterrizamos en el medio de un bosque. Los árboles eran tan enormes que tuve que tirar la cabeza hacia atrás para intentar ver la copa.

―Guau, son enormes ― comenté.

―Son más viejos que la mayoría de las ciudades. Este es el bosque tropical ― contestó Chax.

Volví a mirarlo boquiabierta.

―Mierda.

Se rio de nuevo y empezó a caminar. Lo seguí a través del bosque, mirando a todos lados. Se detuvo de pronto y me indicó que estuviera callada. Hice lo que me dijo y silenciosamente caminé hasta su lado.

Señaló a un árbol y susurró ― Jaguar.

Mis ojos inspeccionaron el árbol, pero no vi un jaguar. Lo miré inquisitivamente. Sacudió la cabeza y puso una mano sobre la mía, la guio al lugar donde el jaguar estaba. Y adivinen qué, ahí, acostado en una rama, estaba un jaguar, camuflado por hojas.

Nos observaba con ojos amarillos.

Esto es demasiado increíble.

Me indicó, con un tirón en mi camiseta, que nos empezáramos a mover de nuevo. Rápidamente escalamos una enorme formación rocosa. En el otro lado encontramos monos, brincando y jugando en los árboles. De nuevo me indicó que me quedara callada mientras hacíamos nuestro camino bajo los árboles y nos sentábamos en el suelo. Casi empecé a reír cuando un bebé perdió su agarre sobre nosotros y cayó en el regazo de Chax. Al inicio, ambos estaban sorprendidos. El mono debe de haber sentido que Chax no era una amenaza, porque rápidamente usó a Chax como una escalera y subió de regreso al árbol. Lo más seguro es que llamó a sus amigos, porque pronto Chax estaba cubierto de monos. Lo empujaban y lo tocaban por todas partes. Uno agarró su collar y lo jaló. Fue ahí cuando no pude contenerlo más y estallé en carcajadas. Los monos gritaron y se dispersaron en los árboles.

―Lo siento, pero eso fue demasiado gracioso. ― Me reí disimuladamente, Chax respondió con una sonrisa.

―Vamos, aún hay algunas cosas que ver. ― Agarró mi mano y me levantó de un tirón.

Continuará...